Reflexiones Estoicas / Luis Federico Santana
El deseo y la repelencia se convierten, para muchos, en el único criterio de vida. Al momento de accionar este criterio decide, mientras se ignora el factor control.
El concepto control se refiere, en este contexto, a la habilidad de identificar aquellos aspectos que controlamos, diferenciándolos de aquellos que están fuera de nuestro control.
El criterio del control debe estar siempre por encima del deseo y la repelencia. Si deseamos algo que esté fuera de nuestro alcance, el afán por lograr ese objetivo podría provocar frustración.
De igual forma, si repelemos aquello que contribuye al crecimiento personal, estaríamos despreciando una oportunidad para dar un paso al frente en el proceso de realización personal.
Rechazar, por ejemplo, la disciplina, el autocontrol, la autoestima y el autoconocimiento porque no son de nuestro agrado; es cerrar el paso al desarrollo personal.
La filosofía estoica sostiene que el deseo y la repelencia son guías ciegos a los cuales no debemos permitir que se conviertan en los únicos criterios para orientar la vida.
Hay momentos en que el deseo y la repelencia pueden acertar y conducir a lo correcto, pero realmente no garantizan la certidumbre de que eso sea así siempre.
En su obra Manual de Vida, el filósofo estoico, Epicteto, nos advierte de este peligro. “Nuestros deseos y aversiones son veleidosos y reclaman satisfacción. El deseo nos ordena correr y coger lo que queremos”, asegura el pensador.
De su lado la aversión insiste en que evitemos las cosas que nos repelen, para ir detrás de aquellas que nos apetecen.
Es bastante común que nos decepcionemos cuando no conseguimos lo que queremos, dice Epicteto, y nos alegremos cuando logramos aquello que nos apetece. Esto se debe a esa tendencia a desear y repeler, propios de la naturaleza humana.
No es de personas inteligentes evitar sólo lo indeseable y que está bajo nuestro control, cuando estas cosas son beneficiosas para el crecimiento personal.
Por eso insisto, junto a Epicteto, en que deseo y repelencia no pueden ser el criterio orientador de la existencia humana.
En su Manual de Vida Epictero afirma que, en el tratar de evitar fatalidades como la enfermedad, la muerte o el infortunio, sobre los cuales no tenemos un control real, es convertir la vida en un permanente sufrimiento.
Es bueno saber que el deseo y la repelencia, aunque poderosos, no son más que hábitos y los hábitos se crean. Lo correcto es ejercitarnos en la habilidad de crear mejores hábitos.
“Restringe el hábito de verte rechazado por todas esas cosas que escapan a tu control y céntrate, en cambio, en las cosas nocivas que sí puedes combatir” dice este gran sabio.
Agrega: “Haz todo lo que esté en tu alcance para refrenar el deseo. Pues si deseas algo que escapa a tu control, seguramente acabarás decepcionado; mientras, estarás descuidando las cosas que están bajo tu control y que son merecedoras de deseo”
Por supuesto, hay ocasiones en las que, por razones prácticas, debemos ir tras unas cosas, evitando otras.
