Las recientes sanciones estadounidenses a buques petroleros venezolanos representan el tercer episodio crítico para la industria energética del país en 25 años. Este viernes, el Comando Sur de EE. UU. intensificó su presencia naval en el Caribe, confiscando un buque con crudo venezolano. La medida revive dos crisis anteriores: el paro petrolero de 2002-2003 y la escasez de combustible en 2020.
La primera crisis, considerada el punto de quiebre, comenzó con un paro cívico que paralizó PDVSA durante 63 días. La producción cayó de 2. 9 millones a 757,000 barriles diarios, según datos de la OPEP. Las pérdidas superaron los $10,000 millones y llevaron al despido de 20,000 trabajadores.
En 2020, las sanciones estadounidenses colapsaron la producción por debajo de 400,000 barriles, generando colas históricas en gasolineras hasta la llegada de combustible iraní. Expertos como Reinaldo Quintero de Petropymi advierten que la actual presión internacional podría profundizar la crisis.
El gobierno venezolano atribuye los problemas a las sanciones, mientras analistas señalan fallas estructurales no resueltas desde 2003. Con reservas probadas más grandes del mundo, Venezuela lucha por mantener su capacidad productiva en medio de tensiones geopolíticas recurrentes.
Redacción Dialektosdigital
